CONTRA LOS MOLINOS DE VIENTO
10 de Diciembre del 2010 a las 08:51:40 0 Leído (241)
I
La luna, espejo de oro, en la llanura.
La luna, cortesana entre molinos...
Y la noche manchega es armadura.
La noche, piel de sombra, en los caminos.
Don Quijote (espejismo y donosura)
en qué rocín de sueños peregrinos
andará la utopía en desmesura...
Quijote, lanza y ley de albos destinos.
“Non fuyades cobardes” que arremete
con garra y terquedad en Rocinante
el caballero en sed de su quimera.
La dicha quijotesca os acomete.
Encomendada a Dulcinea amante...
¡Toda la sombra clama en su carrera!
II
Toda la sombra clama en la aventura
de urdir batalla a inmóviles gigantes.
Rota la espada, crece la espesura...
Crecen y giran formas acechantes.
“Válgame, Dios” y es Sancho que conjura.
El aspa tuerce en alas de levantes
y es grito de metal, es noche oscura
la pena, blancas penas trashumantes.
Duele el dolor. Mas nunca aflora en queja
un caballero andante, ley herida
a condición de hazaña inoportuna.
La noche hilvana entre su sombra vieja
la paz de la llanura en luz henchida
frente al espejo de oro de la luna.
III
Frente a la lumbre añil de la alborada
se recortan, opuestas, dos figuras.
Una, esbelta. Su sombra es alargada
como sueños que crecen entre alburas.
La otra deslíe utópicas locuras,
mientras fluye la vida esperanzada.
Y tiende, más allá de sus corduras,
tributo a la amistad, a todo o nada.
Allá van por recónditos caminos,
desvelándole sombras al paisaje:
amantes de la vida a sus maneras.
No los detienen lúgubres destinos,
porque ostentan la esencia y el coraje...
y en armadura de oro, sus quimeras.
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