Sayans, respirando naturaleza.
Llama la atención que en un lugar tan lluvioso como Santiago de Compostela, surja un pintor tan devoto de la luz. Con Sayans, estamos ante un pintor atípico; un pintor no adscrito a vanguardias, realista y figurativo.
Fiel a su formación inicial en el taller de escultura de Víctor de los Ríos, escultor de gran personalidad, Sayans, optará finalmente por la pintura para expresar su peculiar visión de su tierra natal, Galicia; aunque sabrá alejarse de los pintores costumbristas para forjar su propia idiosincrasia.
Sayans hace de los paisajes que le rodean su fuente de inspiración; Santiago de Compostela, y sus alrededores se convierten en su objeto de deseo, y el cielo adquiere un gran protagonismo. Son los suyos cielos tibios, empedrados, con un azul tenue que se funde con las blancas nubes, y que desprenden un cierto aire nostálgico. Una luz cenital que lo envuelve todo. Llama la atención como en sus cuadros huye de los tópicos gallegos; del cielo gris plomizo que tantas veces puebla esta tierra, para centrarse en sus días más luminosos, que como las meigas, “haberlos los hay”. La tierra se torna fértil, con una generosa y frondosa vegetación, y donde como no podía ser de otra manera, predomina el verde. Se aleja de la imagen de ese mar bravío e impenitente que rodea a Galicia, y que ha dado nombre a una legendaria parte de su costa, la Costa de la Muerte. Su visión es mucho más amable, transmite calma en consonancia con sus cielos y sus verdes campiñas. Cuando uno contempla uno de sus paisajes, no puede por menos que sentir tranquilidad, quietud. Ya sea en esos rincones cargados de romanticismo, de melancolía, o en esas arquitecturas en piedra, otro tema muy trabajado, y que sin duda encuentra una inspiración perfecta tanto en la típica arquitectura rural gallega, como en los rincones de Compostela.
Ese gusto por las escenas luminosas, por la luz que impregna su obra, le llevará a una feliz fusión con el dibujo, que lo aleja un tanto de los patronos impresionistas, donde el color se adueña de la composición. Con Sayans, el dibujo tiene una importancia mayúscula, si cabe equiparable a la de la propia luz.
Sus composiciones, aparecen repletas de sensibilidad, con un toque muy humanista. Diríase que estamos ante un pintor que se abstrae de los problemas mundanos para transmitirnos una idea vital donde reina el equilibrio, donde el sentido del ritmo está ligado a una naturaleza pacífica, rebosante de vida, donde no hay lugar para el estrés.
En su obra se observa una evolución que le lleva a alejarse más de los bodegones, género que cultiva en sus inicios, y de ciertas naturalezas muertas, para centrarse definitivamente en los espacios abiertos, donde no falta el agua, ya sea en sus marinas, o en sus paisajes con río, en hermosas panorámicas, en un mundo en suma, más abierto. Da la impresión de que el mundo se empequeñece, mientras su paleta artística se agranda.
Isaac M. Valdés Pombo. Historiador del Arte.