LÍNEAS CONVERGENTES DE RAFAEL CALVO EN LA GALERÍA DE LUZ Y OFICIOS
28 de Julio del 2010 a las 20:01:36 0 Leído (942)
Huellas, o más bien metáforas de cubanía, devienen las creaciones artísticas que Rafael Calvo (Nueva Gerona, 1970), exhibe en esta edición de la Bienal de La Habana en uno de los salones principales de la Galería de Luz y Oficios, en la que el observador disfruta de un magistral ejercicio de entretejido de líneas de diferentes calibres, a través de las cuales trasciende un discurso plástico que impacta por su diversidad de texturas y efectos contrastantes.
Tras incursionar en el vasto universo de la abstracción, intrépido y atrevido, Calvo irrumpe esta vez en un tema trillado: la cultura afro-cubana, la que revierte -amén de un minucioso estudio del que se manifiestan talento, paciencia e imaginación- en novedosa iconografía de signos y figuraciones que definen un crucial momento en la evolución de un estilo “aventurista” y enigmático que en estos trabajos transita desde el trazo libre hasta la síntesis de la línea geométrica, desde el dibujo hasta la pintura, y desde lo concreto hasta lo esencial.
Basado en los estudios folcloristas y etnológicos que este artista realizó en su natal Isla de la Juventud, investigaciones de las que se valió de las experiencias testimoniales de algunos jóvenes africanos que en la década de los años 80 cursaron estudios en ese territorio, surgen las narraciones de estas obras recreadas en un fenómeno cultural de intensa fecundidad en la formación y desarrollo de nuestra cubanía.
Calvo devela, con desenfadada libertad creadora, las técnicas rítmicas del primitivismo africano. Tanto en sus tintas sobre cartulina como en sus medianos y grandes formatos de carboncillo sobre lienzo, logra toda una reducción sintética del naturalismo afrocaribeño, cuyos mitos se debaten entre su naturaleza figurativa y una evidente tendencia abstraccionista. Las indagaciones del artista adquieren forma mediante la convergencia de líneas continuas, flexibles, en ocasiones derivadas en pequeñas retículas curvas y círculos. Iconografías de algunas de las deidades africanas, el monte espeso y místico con su profusa vegetación, el simbolismo de la negritud, la liturgia africana y el sincretismo derivado del encuentro y fusión de dos culturas, se sintetizan en líneas directrices, manchas y estructuras que conforman un lenguaje alusivo y autónomo.
Una característica muy peculiar prevalece en toda esta serie de trabajos presentados por Calvo en esta Bienal de La Habana. Si bien el título de la exposición puede sugerir, además de la técnica empleada en la elaboración de los cuadros, la convergencia de culturas diferentes, el sincretismo entre las religiones católicas, heredada de España, y la yoruba, de África, hay una cuidadosa revelación de ese fenómeno que trasciende a nuestros días. En estas recreaciones estéticas se preserva una premisa subrayada por Don Fernando Ortiz: los negros traídos como esclavos a América jamás fueron debidamente cristianizados, por lo que el sincretismo no pasó de ser una simple traducción de los nombres de los seres o deidades de cada una de esas religiones.
Al observar detenidamente y penetrar en cada una de estas obras se experimentan las más disímiles sensaciones. Además de la poética que irradian, hay un ritmo que estremece y exalta. Del interior de cada pieza emana una vibración que recuerda el secreto mágico de los tambores de cueros atirantados que hacían sonar los negros yorubas o lucumíes en los tiránicos campos del Caribe mientras cantaban y danzaban en desesperadas plegarias de libertad y añoranza.
Cada obra de Calvo constituye un ejemplo de implacable dominio de una técnica que ejercita a la perfección. Sus trazos monocromos, generalmente negros (tinta o carboncillo), se extienden sobre superficies ligeramente trabajadas con otros pigmentos (amarillos, grises, azules y ocres sobrios y cálidos) que subrayan esa ¿ingenuidad? mística que arremete contra los presupuestos de determinados valores falsos atribuidos al arte folclorista de la contemporaneidad. Sin embargo, su creación reflexiva y expresionista se inserta dentro del arte de vanguardia, en el que ha ganado un espacio de reconocimiento, porque deviene personalísimo repertorio de formas con infinidad de variaciones, surgido de la vida misma.
Jorge Rivas
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