La Belleza
08 de Junio del 2008 a las 14:38:23 0 Leído (416)
LA BELLEZA
Sobre un prado y bajo un castaño dormitaba Begoña panza arriba. Era verano y el calor le producía sopor. Fue al cabo de un rato cuando inmersa en la modorra comenzó a percibir formas entre sus ojos y el cielo. Apareció ante su vista una flota de canoas fantasmas, cristalinas y verdes, volando. No miró que eran las hojas del castaño preñadas de luz solar. Pero sintió regocijo y permaneció inmóvil, soñolienta y con un ojo entreabierto. No quería despertarse del todo o quizá no quería despertar a la imagen que recién vislumbraba. Pero la imagen cambió de igual forma que lo hace un calidoscopio. La flota de canoas se transformó en un desordenado banco de anchoas agitándose en una mar de azufre. Parecía una maraña de palos oscuros y opacos contrastados por un fondo amarillo agresivo y cegador. Eran no más que las hojas del castaño, giradas por la acción de un corto golpe de viento, vistas de canto por los ojos de Begoña. El ensueño de Begoña se diluyó. Esta segunda imagen no le resultaba acariciadora sino que, más bien, le impactaba y se estaba despertando. Sin embargo no teniendo prisa alguna permanecía aún en la misma posición pero algo más atenta y con la espectativa de contemplar nuevas escenas.
El árbol no la defraudó. Al poco surgieron de alguna parte tres ardillas revolviendo hojas y ramas, disputándose una castaña. Pero antes de entender que lo que Begoña había visto era un baile de tres remolinos peludos y rojizos presenció que el nuevo espectáculo consistía en un remolino de pelos cual estrella fugaz perseguida de una cola de agitadas y temblorosas hojas y Begoña aplaudió con los párpados para no interferir. Pero el árbol no había terminado su actuación. Tras la guerra de las ardillas docenas de hojas caían en un zig - zag vertical. Otras tantas rodaban mareadas en espiral hacia el suelo. Algunas parecían subir antes de caer como sólidos proyectiles. Begoña se creía en un circo viendo trapecistas rasgar el aire. Después el árbol se paró o quizá Begoña se incorporó para descansar de ver. Todas las imágenes que había atrapado del castaño nunca antes las había percibido en otros árboles. A lo mejor también habían estado ahí mientras ella había dormido en el frescor de sus sombras . Ahora se preguntaba si cada árbol tendría su propia colección de posturas pues hasta el momento todos los árboles le habían parecido el mismo. Con un peculiar impulso de agradecimiento hacia el árbol, se levantó y rodeó el tronco con sus brazos pero no culminó su abrazo pues todavía quedaba una sorpresa más. La corteza tenía una inscripción que decía: “belleza es gesto, fealdad es gesto”.
Copyright: Pilo Gomez-Barquero ©
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