César Novelletto



Los climas de la pintura




Vivimos en una época en la que muchos artistas creen que la verdadera creatividad consiste en tirar por la borda la tradicción pictórica y ensayar
algo nuevo.

Otros, creen que nunca está todo dicho en materia de creación artística
y que es posible aportar un sentido creador sin tener que recurrir a una determinación tan drástica. De tal modo, reelaboran desde una visión
actualizada temas y tratamientos plásticos que gozan de un pasado que sigue vivo. Entre estos últimos hallamos a César Novcelletto que aborda
en sus pinturas los géneros tradicionales del paisaje, la naturaleza muerta y las marinas.

El proceso globalizador no sólo pone en cuestión a las nociones acerca del tiempo -reduciéndolo todo a un presente que se agota en el instante-, sino
que afecta también al sentido tradicional del espacio. En ese aspecto, se deja a un lado la pertenencia a un lugar y a un entorno determinado para poner el acento en una deslocalización carente de una identificación espacial reconocible.

Sin arraigos en el espacio y en el tiempo, transitamos una cultura de lo
efímero y circunstancial. Frente a ello, hay artistas que oponen en sus
imágenes una identificación con el espacio y con el tiempo, valiéndose
de la memoria afectiva y de la recurrencia a lugares compartidos que constituyen símbolos de una identidad.

Novelleto actualiza la tradición boquense que el paso del tiempo no ha
logrado borrar, sumándole hoy una mirada propia. No es preciso apelar a
la nostalgia para lograrlo. Por eso reconstruye su clima, sin hacer de sus pinturas una mera representación costumbrista, anclada en lo típico. Sus
barcas del puerto de La Boca son más significativas de su mundo mágico y mítico -que hoy se conserva intacto- que una reconstrucción precisa de un medio que identifica a su pasado, tan presente, por otra parte, en una larga lista de pintores que supieron trascender la anécdota para crear el mito de uno de los lugares más representativos del Buenos Aires de ayer y de siempre. De tal modo, este artista, actualiza la tradición mítica boquense enriqueciéndola desde la actualidad.

Con el paisaje de la pampa argentina y del suburbio bonaerense ocurre otro tanto. Novelletto no se queda en una representación realista fría y documental sino que trata de recrear en ellos un clima que dice más de lo que podría brindar la suma de detalles. Es, en ese sentido, también, un creador de climas, y logra superar con ellos, lo convencional.

El artista valoriza el gesto espontáneo de la mancha, que traduce en un
clima sensual gracias al color, con sus tonos medios y medidos. Esto se observa, también en sus naturalezas muertas, sus flores y temas interiores.

Su pintura es, en todos los casos, cálida y armoniosa, sin exaltaciones ni recursos efectistas. No busca la grandilocuencia.

Ese sensualismo le permite transmitir una calidez expresiva que es
contagiosa y que nos ayuda a ver la vida desde una perspectiva más
positiva. La utilización del color, según su comunicatividad sensual,
el empleo de la luz y de la pincelada suelta que no se ciñe a un dibujo que encierre a las formas. abriéndolas, por el contrario, por el sentimiento que despiertan, son recursos pictóricos que este artista utiliza con provecho.

En ese sentido, Novelletto contribuye a crear ilusión, mostrándonos cómo
desde una percepción realista es posible elevarse a un nivel más espiritual.
Decía Nietzsche que siendo la verdad terrible sólo el arte es capaz de
proveer al hombre de la necesidad de ilusión que padece. Por eso el arte,
nos lleva a soñar con los ojos abiertos y a proyectarnos más allá de nosotros mismos.
Algo que hoy, sin duda, necesitamos más que nunca.


Fermín Fèvre


Buenos Aires, abril de 2005.
  
                                                                                       _________________
  
Cesar Novelletto:
Nacido en Buenos Aires el 7 de octubre de 1944. 
Estudiò dibujo y pintura con el maestro catalàn Pedro Roca y Marsal.
Frecuentò desde joven el barrio de La Boca y sus pintores, conociendo entre otros a Benito Quinquela Martìn y Oscar Vaz.
Realizò numerosas muestras colectivas e individuales, en Buenos Aires y en el extranjero.
Obtuvo Primer Premio y luego el Gran Premio de Honor del Salòn Anual de Marinistas, organizado por el Centro Naval de Buenos Aires.
Entre los años 1995 y 1997 vivò en Roma.
Sus obras merecieron los elogios del pùblico y la crìtica especializada.