Verónica Rodríguez "Bodegones"
Bodegones de Verónica Rodríguez, por Joan Lluís Montané de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)
Los bodegones de Verónica Rodríguez se fundamentan en la consecución de la hiperrealidad de los objetos, buscando, permitiéndose, encontrando estados de serena visión pictórica.
Se aproxima a una realidad que es concreta, que enlaza con su percepción de los objetos, elementos, utensilios, frutas y otros objetos de los bodegones que son partes de una composición que se orienta hacia la formulación del deseo de lo objetual.
Su objetualidad es determinante, en el sentido de que conjuga color y forma, objeto y composición, a partir de encuadres basados en primeros planos, en planos próximos a una realidad que se interconecta con su voluntad de conocer la percepción interior que alimenta lo representado.
La artista, nacida en Buenos Aires, vive en Argentina y Francia, exponiendo en ambos países, siendo su obra sólida, a la vez, concreta, buscando ambientes determinados por la evidencia de los objetos, frutas y utensilios.
El objeto o el elemento se convierten en el primer protagonista de su creación. Sus frutas en sus bodegones ocupan la parte central de la composición, porque buscan el protagonismo de las mismas, no son mero objeto decorativo.
De hecho rehúye la decoración, buscando la presencia física clara de lo representado, en el sentido de ahondar en la preponderancia de los objetos y frutas, de la exhibición clara de sus elementos y partes, como esencias encuadradas en el discurso clásico, pero, a la vez, contemporáneo.
En realidad busca la persistencia de lo contemporáneo a partir de emplear actitudes clásicas, para obtener una determinada efusión de sensualidad conectando con la formulación de una realidad que se asienta en lo determinante de lo existente.
Es partidaria de los sombreados, conjugando la presencia de la luz, armonizando zonas de claridad y oscuridad, para mostrarnos el poder pictórico de una obra que se funda en el dibujo, la perspectiva, los encuadres, la combinación de colores intensos con otros más austeros, dentro de un discurso en el que lo importante es la descripción y lo que esta representa más allá de sus propios límites.