La trayectoria de Madrid Sanz arranca en un momento clave – principios del siglo XXI- en el que se está produciendo una fuerte contestación a las vanguardias, a través del resurgir del realismo, en toda su extensión. Estos conceptos, designan pinturas muy variadas, y tienen en común la vuelta a la figuración, el deseo de romper barreras.
La particular evolución de Madrid Sanz se va observando a través de unas obras con un tratamiento minucioso y detenido de la luz y del color. Esto último muy apreciado en los grandes maestros impresionistas.
Sus obras intentan transmitir una sensación agradable y placentera. Pretende una pintura totalmente popular, donde siempre haya alguien, que en la variedad de sus obras pueda encontrar lo que busca.
Debido a que la acuarela estuvo presente durante años, es por lo que en sus obras en óleo se mezclan veladuras y pinceladas muy poco grasas.
Gusta de llevar la vivísima realidad que a torrentes entra por sus ojos. Y sin añadido alguno que no sean los microscópicos poros de la piel de las cosas, los traslada tal cual al lienzo, en un asombroso hiperrealismo con el que intenta superar el propio modelo.
Aún cuando apenas lleva trasladando su arte al lienzo desde el año 2000, sus obras y su trayectoria comienzan a ser muy valoradas por el público y las críticas.
Poco aficionado a los currículos y mitificaciones; - ”Lo único que importa es la obra, lo demás es maquillaje”.
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