...el aire hace acto de presencia aunque no se oiga su sonido, aunque no lo sientas en tu piel. Los rincones más íntimos a los que puedas acceder están ante tus ojos, solo precisas detenerte un segundo ante los cuadros para que puedas penetrar en ellos percibiendo todos los matices de los olores que esconden los objetos solitarios y simbólicos que en ellos viven.
En cada imagen se inicia una historia, en cada imagen se esconde el misterio de una leyenda, en cada imagen surge la posibilidad de una narración. No puedes pasar ante ellos sin llenarte de interrogantes que, posiblemente, nunca antes te has hecho: ¿Cómo es posible que un fragmento mínimo de una montaña pueda ser tan colosal?, ¿cómo es posible que una diminuta pincelada adquiera tanta fuerza al contemplarla?.
Lo que llena es el vacío, lo que habla es el silencio. Lo lleno es tan solo una sugerencia, una invitación para el inicio del recorrido, un ponerte en las puertas de la vereda para que te atrevas a penetrar en el mundo complejo del “ver”. Y seguirán acompañándote los interrogantes: ¿Qué proceso se esconde detrás de la capacidad de seleccionar un objeto y que éste se convierta, casi de inmediato, en el referente imprescindible que aglutina toda la “historia”?, ¿qué poder debe tener una sutileza, que puede pasar inadvertida, para que se reconvierta en pieza de energía colosal?, ¿qué habita en el corazón del artista?.