AQUELLO QUE NO SE VE ES EL FUNDAMENTO DE LA VIDA...
20 de Abril del 2008 a las 23:04:28 1 Leído (571)
El éxito o el fracaso dependen de nuestra fuerza interior, de nuestra capacidad de permanecer tranquilos, de descubrir el sentido de los acontecimientos que vivimos. ¿Cómo deseas vivir?
Imagina un rascacielos, el más alto del mundo, que se alza hacia el cielo hasta tocar las nubes. Un impresionante vestíbulo, plantas y más plantas ocupadas por oficinas, tiendas, restaurantes, cines, con un hotel incluso. Un muestrario de la diversidad humana. Cualquiera que lo vea por primera vez quedará fascinado por aquella magnitud, por la altura de aquel edificio... y se olvidará seguramente de que son los cimientos los que lo sostienen. Y así, cuanto más alto e imponente es un edificio, más profundos son los cimientos sobre los que descansa.
Algo parecido sucede en la vida: para que el éxito y la prosperidad perduren deben sustentarse en cualidades subjetivas, invisibles a los ojos, pero esenciales para obtener buenos resultados. Sabemos que descansar es básico para desarrollar una actividad; del mismo modo, el silencio, la paz interior, la serenidad y la confianza en uno mismo constituyen la base para la claridad mental necesaria para conducir la vida por la vía del éxito.
En torno a nosotros, los cambios sociales y profesionales se suceden sin parar, hemos aprendido a vivir con precipitación y nos hemos convencido de que no nos queda tiempo para cultivar nuestro espíritu. Pero no te dejes engañar por el espejismo y cultiva tu paz interior, pues es una inversión a largo plazo que evitará que el triunfo de hoy se convierta en duro fracaso mañana. Te mostrará cómo conservar e incrementar lo que posees, cómo establecer mejores relaciones, cómo extraer el máximo a tu vida. Cuanto mayor sea el éxito material que desees, mayor deberá ser tu bienestar interior.
Si no existen las casualidades, el éxito o el fracaso, la salud o la enfermedad, el placer o el dolor tienen un significado, son un mensaje que hay que descifrar. “¿Qué sentido tiene lo que me ocurre? ¿Qué tengo que hacer para no volver a tropezar?” Puedes buscar respuestas leyendo libros, asistiendo a conferencias o escuchando a un maestro, y pasar así años y más años, porque las preguntas seguirán ahí. ¿Por qué? Porque no descubrirás el sentido de las cosas que te ocurren en la vida buscando de un lado a otro, ni escuchando a nadie. ¿No tienes la sensación de que cuanto más buscas, más lejos parece que está la respuesta? Porque la respuesta está sólo en ti, en ningún otro lugar.
No hay palabras que den respuesta a tus preguntas. Lo que buscas surgirá, silenciosamente, cuando hagas lo que tienes que hacer con tu vida, con la experiencia de un impecable actuar, cuando vivas disfrutando sin dejarte poseer por lo que posees. Al realizar aquello que tienes que hacer, toda tu vida se llenará de sentido.
Cuando esto ocurra, tu existencia se mostrará ante ti clara y transparente como el más puro cristal. Comprenderás, entonces, sin duda, el papel que juegan las personas que te rodean, celebrarás la abundancia que te acompaña, desde la más sencilla de las comidas al más lujoso de los automóviles, y la disfrutarás sin aferrarte a ella, sin lamentar jamás su ausencia. Respetarás a los demás, y por ello los demás te amarán. Y tu vida tendrá una misión.
No creas que es difícil; empieza simplemente haciendo bien aquello que hoy tengas que hacer, cumple con tus responsabilidades diarias con dedicación y entusiasmo. Hazlo así y este compromiso te llevará, de manera natural, a una nueva y más importante responsabilidad. Pero no te estoy diciendo que seas conformista o que no debas luchar para mejorar, sino que cuando te comprometas con algo lo hagas lo mejor que puedas. Y aunque no te guste lo que estés haciendo hoy, que eso no te sirva de excusa para hacerlo mal.
Responsabilidad profesional y libertad personal siempre permanecen unidas. Y no creas que es un contrasentido: cuanto más grande sea tu responsabilidad, mayor será la retribución que obtengas. El dinero, sabiamente utilizado, es la puerta a la libertad, a la independencia personal. Hay gente que, en nombre de la libertad, se niegan a responsabilizarse de las más sencillas tareas, que no aceptan compromisos porque, dicen, les restan libertad. Ellos no se dan cuenta de que no son libres y sí esclavos del dinero, pues viven bajo la urgencia de buscar los recursos para sobrevivir día a día. La auténtica libertad reside en conocer el sentido de lo que estamos viviendo.
Como cualquier otra forma de conocimiento humano, la espiritualidad se construye sobre experiencias. Precisa de hechos. Pero estos hechos espirituales ocurren en los niveles más profundos de la consciencia humana y no podemos acceder a ellos si no es a través de las experiencias subjetivas. El desarrollo espiritual requiere pequeños actos que hagan posible el milagro de la comprensión global. Del mismo modo que el jardinero prepara la tierra, elimina las malas hierbas y abona el jardín antes de sembrar, nuestro espíritu necesita una preparación, un tiempo y un lugar, un ritual para que las semillas que plantemos en él germinen.
Reconoce ante todo tus propios límites; acéptalos y así los podrás transformar en algo útil. Observa tus estados físicos, mentales y emocionales. Y, simplemente, no intentes llevarlos más allá de donde pueden llegar. No te sobrecargues, ni te minusvalores. Aprende a confiar en el dolor como lo haces con el placer o la alegría, no lo enmascares con la queja, la crítica o el victimismo. Su mensaje es muy importante. Y, finalmente, recuerda que no existe nada más valioso que el tiempo. El dinero es sólo dinero, siempre lo podrás ganar, pero el tiempo que malgastes es imposible de recuperar. Aprovecha el tiempo de tu vida y te sentirás satisfecho, pleno. No lo gastes, rentabilízalo, inviértelo en cosas plenas, que te satisfagan.
La espiritualidad es aquello que no se ve, pero que siempre está presente cuando el éxito es duradero. La aprecias en las relaciones satisfactorias, la distingues con claridad cuando te sientes pleno y en paz. Al igual que la savia nutre al árbol, la espiritualidad sustenta desde tu interior los múltiples aspectos de tu vida y les aporta significado.
El espíritu es una experiencia independiente de las creencias. Su lugar es el silencio donde las palabras enmudecen; su función no consiste en distinguir entre verdadero y falso, entre real e imaginario. Su auténtica elección es entre actuar para la paz o hacerlo para el conflicto. Al elegir trabajar para la paz, descubrirás que el éxito y la abundancia colman tu vida. El cielo es el lugar dentro de ti donde la luz brilla; el éxito es conseguir lo que deseas; la felicidad, disfrutar de lo que consigues.
Frederic Solergibert