La pintura Revisitada , Ana Cristina Vélez
13 de Enero del 2008 a las 16:31:49 0 Leído (1246)
La pintura Revisitada
por
Ana Cristina Vélez
La exposición La pintura revisitada, exhibida en el Centro Colombo Americano no es una exposición de pintura narrativa. No intenta contarnos historias de ningún estilo ni sus imágenes remiten al mundo de la realidad óptica, mucho menos al de la realidad fotográfica. Tres pintores, Francisco Londoño, Bairo* Martínez y Armando Montoya hacen pintura que partiendo de la misma pintura reflexiona sobre ella. En otras palabras, así como un escritor puede escribir un cuento o una novela sobre la escritura y reflexionar sobre ellos, un pintor puede partir de la pintura misma para y hacer pinturas.
Los tres trabajan en formatos grandes, con tamaños que oscilan entre el metro veinte y los dos metros, respetando el rectángulo. En los cuadros de Londoño el colorido es controlado y, sobre todo, armonioso y cálido. La primera impresión que tenemos al ver sus pinturas es la de que estamos ante una obra abstracta, pero si observamos con más detenimiento, empezamos a descubrir un conjunto de figuras familiares que se superponen y entremezclan hasta casi desaparecer. El color está dispuesto sobre el lienzo de manera fragmentada, en secciones medianas, que intercalan sus gamas de colores cálidos, que algunas veces se mezclan hasta proporcionarnos una sutil sugestión de movimiento y dinamismo.
En las pinturas sobre madera de Bairo Martínez es interesante el juego de superposiciones. Sobre pinceladas expresivas, que participan en el cuadro como si de un fondo se tratara, se impone la estructura del cuadro. Las pinturas, cada una de ellas, están claramente divididas de tres maneras. Por un lado, hay una división temática, pues conviven en ellas dos tipos de representación: los contornos familiares reconocibles y los contornos puramente simbólicos o prototípicos. Se trata de las figuras de personas recortadas por sus bordes y el poliedro irregular, simbólico de la casa. Por otro lado, podemos observar en la construcción de las pinturas la idea de dos superficies planas que se superponen: un plano superior, de líneas verticales, que encierran el plano inferior. La tercera división está en la estructura interna del cuadro, que parte a éste en tres sobre el eje horizontal, con líneas creadas por los cambios de color. La paleta de colores es compacta y urbana, y los cuadros parecen estar detenidos en la memoria y en el tiempo; parecen ser, yo me atrevería a decir, silenciosos, además de remitirse a una realidad que habita en el pensamiento.
Armando Montoya trabaja sobre aluminio y hace relucir este material. Unas veces lo pinta y otras lo repuja. Los colores son primarios como cuando los trabaja en fondos planos sobre los animales que previamente ha diseñado, animales quiméricos que parecen aves. Usa un recurso particular, el de poner a participar planos rectangulares que asientan la composición de los cuadros. La ambigüedad, muy interesante, de la situación creada radica en que esos rectángulos son de unas dimensiones que no les permite ser vistos como marco y tampoco como plano mismo de la composición. Son claramente visibles pero casi ni se sienten. Su trabajo pictórico aprovecha la riqueza y frescura del diseño gráfico y, tal como es el arte hoy, se expande a los terrenos del alto relieve y de la textura real sin dejar de ser imagen contundente y total. Aunque todo cuadro es un objeto, es lo que está adentro lo que atrae nuestra atención hasta hacer desaparecer al cuadro como objeto tridimensional. En el caso del trabajo de Armando Montoya, el aluminio, que juega un papel definitivo y potente, no permite que lo que está representado se robe toda la atención y nos obliga a sentir el carácter de objeto de las pinturas sin librarnos de lo representado en ellas. El aluminio frío y pulido está impecablemente trabajado. Por supuesto, también hace las veces de espejo que nos refleja y en este sentido interactuamos con los cuadros.
Los trabajos de los tres artistas no pecan de ingenuos. Se constata en ellos el conocimiento profesional del oficio tanto en su práctica como en su teoría. Este regreso a la pintura demuestra lo mucho que se ha reflexionado sobre su papel en el arte de hoy y también demuestra aprecio y respeto por el oficio. Mi conclusión es, entonces, que esta exposición debe ser vista y también revisitada.
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