CÓDIGOS DE SUPERVIVIENCIA
13 de Enero del 2008 a las 16:07:48 0 Leído (388)
CÓDIGOS DE SUPERVIVIENCIA
BAIRO MARTÍNEZ PARRA,
Por Elena Morales Jiménez,
Doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid
Critica de Arte
Cada día de nuestra vida nos sentamos frente a una mesa, y utilizamos instrumentos tan usuales como el cuchillo, el tenedor, la cuchara, la vajilla…para satisfacer unas necesidades inmediatas e imprescindibles para sobrevivir. Adornamos nuestro “alimentarnos” diario, a través de un conjunto de preceptos por los que nos regimos de manera metódica y sistemática, para convertirla en un placer, en un ritual inconsciente, en un arte. Partiendo de este hecho banal, y de apariencia intrascendente, Bairo crea toda una poética de la supervivencia, y nos hace reflexionar sobre lo que tenemos más cerca, constituyendo al mismo tiempo una aproximación entre supervivencia-inmortalidad y arte.
Comenzó a utilizar el código de barras en sus primeras obras como símbolo arraigado del consumo, estableciéndolo en sus cuadros de manera rotunda, para evolucionar hasta convertirlo en un elemento abstracto y compositivo, instaurador de la linealidad y la verticalidad, lo cual se convierte en una de sus características esenciales que se repiten a lo largo de todas sus obras. Es frecuente en sus cuadros encontrar elementos surgidos de la dialéctica realidad-abstracción, como la extraña y curiosa forma originada de la simplificación de una mano que sujeta un cubierto sobre un plato que repite a menudo, y se convierte en un elemento identificativo de su arte.
En sus collages, con diferentes materiales y texturas, el elemento de la fotocopia (de imágenes de manos que recogen la comida con un cubierto) como analogía de la repetición de una acción diaria y constante, adquiere preponderancia. En algunos introduce materia: arena, papel de plata, papel de servilletas, pan de oro, papel de aluminio.
Incluida en la serie del “Código de supervivencia” encontramos una más concreta denominada “Códigos en-cubiertos”, cuadros donde interviene el componente lúdico, proporcionando a los lienzos un armonioso ritmo, y musicalidad a través del dinamismo del los cubiertos que parecen bailar y en cierta manera personifica.
El cromatismo es su punto más inestable, ya que varía en sus cuadros según su estado emocional, y es delatatorio de sus cambios anímicos, lo que nos demuestra la sinceridad con la que Bairo se proyecta en cada obra, creando momentos íntimos, o explosivos, pero que siempre son fuente de sensaciones. En general utiliza una amplia gama desde el verde pastel, a rojos y amarillos atrevidos que casi tocan los limites del fauvismo, para pasar a los sienas y ocres cubistas, en sus momentos más melancólicos.
Aunque su concepto difiere, su investigación plástica se sitúa en la línea de algunos pintores de la Bauhaus como Itten, Munche, y Klee, por la dialéctica de sus formas entre orgánicas y geométricas, y sus composiciones majestuosas y equilibradas.
Los movimientos vanguardistas, como el cubismo ya ofrecieron una revitalización del bodegón del pasado, pero Bairo es aún capaz de sacar partido a este género gastado por la historia, ofreciéndonos una personalísima visión de la naturaleza muerta, que nos hace trascender en lo más cotidiano.
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