Alfonso Renza Campo
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Criticas en torno a la obra

13 de Junio del 2008 a las 18:18:14 0 Leído (761)

Por Rodrigo Valencia Q.

Entre los jóvenes pintores que hay ahora en Popayán, el caso de Alfonso Renza merece otra opinión, una positiva consideración. Estudiante del Departamento de Artes Plásticas de la Facultad de Humanidades, está exponiendo su obra en la Fundación Banco del Estado.

Sus trazos vienen de la pasionalidad que marca irremediablemente al ser humano; de lo abiertamente expresado en espasmo corporal, o de lo abscóndito y recluso que se violenta en medio de su represión; de la energía que pulsa por las venas y los músculos, objetivando un desgarramiento en el placer o un dolor que se vuelve masoquista en su combate; de las sombras que anonadan la experiencia en un ámbito inconsciente, o del dolor cálido y viviente que libera un júbilo total.

Las capacidades dibujísticas de Alfonso Renza son huellas obvias de un excelente oficio atrapado con personalidad, determinación y fuerza comunicativa. Hablan con la línea que se desliza con violencia y salpicada muchedumbre de pasiones, afianzando una lucha de gestos pictóricos conducentes a significados lacerados, gozosos o traumáticos. La incertidumbre del placer nace después del vacío que dejan los éxtasis del cuerpo, y el deseo permanece siempre entrelazado, actuante, sufriente y gratificante a la vez. La contrariedad de los polos placer-dolor en ocasiones se vuelve un paisaje misterioso, una veladura de organismos que aparean erotismos interminables y confusos; y la confusión es la pregunta, la constante que surge como vivencia estética de estos cuadros, confusión justificada por el misterio de la condición humana, yecta en su propia aglomeración de incertidumbres y debilidades.

En técnica de óleos, el dibujo y la pintura se confunden en un solo lenguaje que va surgiendo desde adentro, en busca de lo oculto que acaece en medio de particularidades microscópicas aumentadas a imágenes monumentales, poniendo en evidencia una tendencia que se acerca poco a poco a la abstracción, en renuncia a los contenidos identificables con facilidad, aunque el erotismo de las masas que se mezclan siempre hace insinuaciones y deja su historia evidente, anudada en esos trazos cargados de una libido simbólica.
Por otro lado, el estilo, expresamente incierto en el expresionismo que trajina con gestos de la mancha y el ataque libertario del dibujo, es un oficio que recurre por momentos al freno y al control, haciendo que la pasionalidad abierta y extrovertida de las imágenes no se pierda del todo en el delirio irracional de una pintura puramente de acción.


*Rodrigo Valencia, artista y crítico de arte. Fue profesor de la Facultad de Artes Plásticas, de la Universidad del Cauca. Popayán. Colombia.


Arte rebelde y sin límites.
Por Miguel Antonio Herrera

Es un hombre que a pesar de su juventud, o tal vez por ella tiene un concepto bien definido de sus características artísticas y humanas, expresadas por medios de líneas y trazos expresionistas, con argumentos ilimitados en el momento de tomar decisiones y plasmar en un lienzo su pensamiento rebelde pero consciente de la interioridad. Este es Alfonso Renza Campo, caleño, residente en la ciudad de Popayán hace 8 años que actualmente expone parte de sus obras en los salones de Café Galería.

Aunque sus estudios de arte los inicio en su ciudad natal, por aquellas cosas inesperadas de la vida los termino en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Cauca.
Fue allí donde por primera vez expuso sus pinturas, lo cual sirvió de base para que amigos y especialistas lo motivaran a continuar un camino que llego hasta las galerías de Bogotá, Medellín, Manizales, Cali y ahora nuevamente en Popayán. Como todo artista, Renza empezó a experimentar su talento empleando varias técnicas hasta encontrar aquella con la que hasta hoy se identifica. La figura humana es su pasión por encima de los bodegones y paisajes que para su pensamiento expresionista son temas limitables.

La emocionalidad en sus diversas manifestaciones es su elemento o medio de inspiración. Según él siempre ha destacado aquellas vivencias de la cotidianidad, sentimientos que unidos con una realidad como la Anatomía produce lo que con hoy se identifica. Su colección tiene una fuerte carga de sexualidad, mezclada con sueños y vitalidad interior del artista. No representa el autorretrato clásico sino aquel que permite al espectador involucrarse en la obra, analizarla y hasta identificarse con ella.
La desfiguración en la obra es otra de las características de Alfonso Renza, manejada conservando el sentido de la línea, pero uniendo conceptos de diferentes escuelas artísticas, para imponerlos espontáneamente en las pinturas. Dentro del arte moderno, Alfonso Renza es seguidor de escuelas pictóricas como el Impresionismo, el Cubismo, el Surrealismo y el Abstracto. Este impredecible pintor, persigue ideas particulares para aplicar en su obra, plasmando conceptos sobre el chamanismo, ciencias ocultas indígenas, que muchos comparan con brujería. Según el artista, el arte es un medio de expresar lo que se tiene por dentro, empleando la fusión de colores y líneas, que generan definición.

Se trata de una obra en marcha con cuerpos de mujeres y hombres entrelazados con un buen manejo del volumen que desarrolla imágenes agradables a la vista.
Alfonso Renza es el artista de la nueva generación, aquel que quiere mostrar ante el público lo inusual, utilizando elementos diferentes a los aprendidos en una academia.
Es el pintor ilógico, ilimitado y sin barreras que con su informal aspecto, tiene un concepto futurista y serio sobre la vida. La percepción y el pensamiento audaz de Alfonso Renza lo colocan a la vanguardia entre los artistas que con ambición y proyección del conocimiento pueden llegar lejos.


*Miguel Antonio Herrera. Periodista de Arte y Cultura del Diario El Liberal. Colombia. 


Por: Felipe García Quintero.


El Maestro Alfonso Renza aceptó dialogar sobre sí mismo de la manera más auténtica que un artista lo puede hacer: desde su obra. Además, lo hizo en su taller. El diálogo lo planteamos a ojos cerrados; es decir, frente a una grabadora, sin cuestionario, casi sin preguntas. Porque lo premeditado limita la espontaneidad de la lucidez e impide que los lapsus naturales atraigan los vientos de la risa, puesto que en estas labores se corre el riesgo de terminar graves y serios. Las cuatro estaciones que presentamos no fueron planteadas como tales, surgieron por generación espontánea en clara oposición a su apariencia de preguntas a quemarropa. Por labores de edición he querido ausentarme del texto, actúo de simple guía, y el diálogo se presenta como un monólogo en voz alta.

LA BUSQUEDA.

La vocación artística se construye con trabajo, en mi caso ha sido un proceso largo. Empecé a estudiar a los 18 años en la Escuela de Bellas Artes de Cali, durante año y medio. Antes había participado en concursos de dibujo, incluso en mi familia encontré respaldo moral con los antecedentes de mi padre que dibujaba, pero nunca ejerció el dibujo como profesión y de un hermano con talento que termino siendo un buen administrador de empresas.
Aquella época estuvo llena de inquietudes, quería saciar una curiosidad. Desde el principio me interesó la figura humana y empecé a canalizar todo ese propósito hacia una propuesta artística personal. Luego de la experiencia en Bellas Artes, vine a Popayán para estudiar Artes Plásticas en la Universidad del Cauca, y traje conmigo una idea fija: el compromiso y las ganas que tenia de aprender a dibujar, y como lo expresé, fue en torno a la figura humana que estructuré mi propósito artístico, y ese propósito, hoy fuera del espacio académico, aun continua vivo en las necesarias evoluciones que el proceso creador me exige.
En el espacio de la academia poco a poco fui encontrando elementos, herramientas teóricas y prácticas para dar forma a mi trabajo. La vocación se ha ido afianzando con los años hasta hoy ser mi vida. La curiosidad infantil, la febril vocación ha sido reemplazada por la disciplina, en fin, por el trabajo.

LA ACADEMIA

¿Qué ofrece?, más allá del prestigio social de poseer un titulo, de acreditar una profesión, la academia me ofreció un programa organizado; es decir, orden y disciplina en la búsqueda. He necesitado de ese rigor, porque me ha permitido explorar, en las diferentes áreas o materias, caminos que se complementan en la relación humana que mantuve con algunos profesores y maestros.
Teniendo en cuenta, claro esta, que el tiempo es un tirano que no permite ahondar y detenerse en lo que uno quiere. Ese es un trabajo personal que cada cual debe desarrollar al interior de aquello que atrapa su atención. Por otro lado, cuando salí de la Universidad, pude comprender que el proceso de desaprender lo aprendido es mucho más complejo que el mismo aprendizaje inicial, porque hay que despojarse de ataduras académicas que impiden moverse. Por ejemplo, tuve que cursar materias de diseño que nunca quise tomar, pero que para efectos del grado no tenía opción, puesto que no quería quedarme en ser el eterno estudiante. De esa época destaco mi trabajo de grado como una experiencia académica grata, porque significo un reto desarrollado en 8 meses de trabajo. Las herramientas que brinda la academia son estímulos que permiten canalizar la energía para los propósitos personales o simplemente, sino se tiene amor y la suficiente conciencia critica, te desvían del camino.

LA OBRA

El eje que estructura mi obra es el cuerpo. La figura humana obedece a una necesidad particular interior. El ser humano (hombre y mujer) es el centro de la vida. He desconocido a propósito la existencia de otros elementos de la naturaleza como los animales o la flora, y también los objetos que el hombre construye. Como ser humano creo que la vida esta supeditada a la existencia del “hombre”, somos quienes determinamos y construimos el sentido y la orientación de la vida. Esta fue una preocupación anterior a mi decisión de estudiar arte, siempre he tenido al “ser humano” como la pregunta que es el eje de mi vida.

Desde los 16 años mi vida no ha sido la misma, hasta el grado de constituirse en el umbral que separa un antes y un después. Porque en la adolescencia uno encuentra las necesidades de la condición humana, y fue en ese momento donde el arte me dio respuestas. Fue una época de intensa lectura que desemboco en la pintura, como una expresión propia de mi inquietud por vivir. Comprendí que las preguntas las podía responder si me enfrentaba conmigo mismo, ese cara a cara donde se halla el otro.
Caí en la figura humana y ahora me encuentro extraviado en un proceso donde la figura conserva una significación, pero a su vez, esta dejando de ser prioritario la forma en sí. La figura misma la estoy cuestionando en una transformación pictórica interior. Necesariamente quise que mi proceso fuera académico, porque quería aprender a dibujar, dominar la figura humana, y lo logré.
El punto al que llegamos es el límite mismo del cuerpo: el erotismo. Creo que el ser humano nace y muere en el Eros, en ese ritual del amor. En algunas de mis pinturas he jugado con la distinción sexual del individuo, porque los seres humanos nos relacionamos, e incluso nos dividimos, en función a ello. Las restricciones sociales frente a la sexualidad han definido una actitud ante la vida. Más mi propósito artístico era el de buscar en el cuerpo una posibilidad de trascendencia y no precisamente en la sexualidad como la reproducción de la especie. La búsqueda de quiénes somos, a través de la emoción profunda, del sentimiento, la llevé a una imagen plástica en la satisfacción de un goce estético, logrando manipular sus formas.

LA VIDA

Todo tiene cuerpo, y la vida es el cuerpo de quienes aman.


*Felipe García Quintero. Poeta. Es Profesor de la Facultad de Literatura de la Universidad del Cauca. Popayán. Colombia.







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