Sobre Trazografías. Texto de Patricia Montero. Valencia. España.
03 de Enero del 2016 a las 04:25:42 0 Leído (635)
Desde una perspectiva llana, sencilla, la visualización de la muestra permite múltiples lecturas. Diversos enfoques que, al igual que en su composición, se yuxtaponen y complementan con anárquica armonía.
La obra es a la vez explícita e implícita, ya que a través de rostros henchidos por una fuerza gutural de la que emana un profundo y visceral grito, se puede deducir la inquietante necesidad del autor de exorcizar un sentimiento de rabia, frustración e indefensión ante la realidad social que lamentablemente estamos viviendo. Una degradación de la sociedad que ha calado e inundado de inmundicia a gran parte de las distintas esferas en las que nos desenvolvemos los ciudadanos de a pie. Pero sobre todo, proviene de una élite que ostenta un poder económico, político, social, etc. que pretende homogeneizar y asfaltar nuestra imaginación, nuestra conciencia crítica con su pensamiento hegemónico utilizando mayoritariamente los medios de comunicación de masas. Así la publicidad se desvela como condicionante inexorable hacia el consumo de cuerpos, ciertos tipos de líneas y figuras en una tiranía solapada, cargada de un erotismo pornográfico que nos seduce y reduce las barreras que nuestra cognición tímidamente haya podido construir.
Ningún elemento en sus dibujos es casual, el barroquismo del conjunto es coherente con el abigarrado y complejo argumento conceptual que transmite. Siendo tantas las ideas que se agolpan y múltiples los discursos que maneja, tengo la sensación que el autor plasma los conceptos para no ahogarse, para llegar, así sea de forma tangencial, a la comprensión (que no aceptación o sumisión) de su entorno personal, histórico, social, político…
Con una fuerza casi brutal, tan impulsiva como expulsiva de fantasmas y prejuicios, se permite experimentar sin amedrentarse ante los convencionalismos, dejando que fluyan sus deseos a través de los diferentes medios materiales que explora.
Por todo lo dicho, insto a profundizar en la contemplación de la obra, invito al espectador a dejarse llevar por el dibujo y la expresión, a descubrir qué hay detrás de toda su simbología erótica. Observar de cerca los elementos, detenernos lentamente en los detalles, en la minuciosidad de las descripciones. A preguntarnos por qué nos incomoda, qué es lo que remueve. O bien por el contrario, qué nos atrae, por qué ante sólo insinuaciones vemos claridades.
Comparto la opinión que en un film decía: “el arte ha de estar allí donde sea subversivo” y me tomo la libertad de transformarla en “el arte es una vía para subvertir la mente y el espíritu”.
A esta reflexión me remite la muestra de Alfonso Renza, y siento que no debía dejar la oportunidad de declararlo e intentar encender la curiosidad y buena predisposición en toda aquella persona que al igual que yo, se consentirá un íntimo diálogo con lo aquí expuesto.
Patricia I. Montero Reyno
Amiga del artista.
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