Para mí, el arte es la liberación de mis sentimientos y emociones más internas.
Con el tiempo se ha convertido en una terapia sanadora mediante la cual aprendo a conocer cada matiz de mi alma.
Cada vez que me enfrento al lienzo, tengo que confrontar el miedo a manifestar la fuerza de lo que siento, a los colores y a lo que estos pueden hacer. Así, utilizo la pintura como un camino mediante el cual puedo llegar a expresarme sin tabús y sin prejuicios; libremente y sin condicionamientos.
Encuentro mi inspiración en la naturaleza, tanto la exterior como la espiritual y emocional que reside dentro de cada ser. La aprecio en todas sus facetas, de las cuales me sirvo para abrir una puerta hacia lo más profundo de mí y así entregarme tal y como soy en cada momento, sinceramente y sin maquillajes.
Para mí, el ser humano es un conjunto de colores, brillantes, opacos, difuminados, translucidos, firmes y fuertes. Reconocerlos en mí y poder manifestarlos, es un proceso de vida y, poderme mover en esta paleta interior, es una necesidad muy profunda que me lleva a identificarme y a dejar una parte de mí en cada una de mis pinturas.