Andrés Aragón Martín, nació en Valladolid en 1930. Ya de niño despertó en él una inquietud artística, realizando con arcilla muñecos, cazuelas, coches, carros, trenes… que regalaba a sus compañeros de juegos.
En la adolescencia, trabajando de ayudante de panadero, creaba formas sugerentes y atractivas con la masa del pan que más tarde se vendía con gran aceptación y curiosidad.
A los 18 años se traslada a Barcelona junto a toda su familia. El paisaje mediterráneo le seduce e invita a abandonarse en la reproducción de olas y estados del mar pintados con espátula.
Una vez casado tuvo la oportunidad de emigrar a París junto a su esposa y es en esta ciudad donde empezó a realizar sus primeras esculturas en hierro.
De formación autodidacta, inspirado en la figura humana, en el arte románico y en la naturaleza, su obra trasciende hacia la esencia de lo antiguo, adquiriendo gran relieve calles empedradas, tejados de pizarra, tejas romanas, puertas deformadas y todos aquellos pequeños detalles que nos devuelven la esencia del pasado.
En sus manos el hierro deja de ser un frío metal tornándose vida y movimiento.