EL MERCADO ACTUAL DEL ARTE
07 de Junio del 2011 a las 00:10:42 1 Leído (2013)
Las artes son las mas nobles creaciones del hombre.
La experiencia artística es, y será siempre, una vía de acceso a la cadena de transformaciones que hacen del hombre un ser dotado de espíritu. Perderla, cegar esa experiencia artística es, sin duda, una catástrofe para el espíritu. Por ello es bochornoso el espectáculo al que asistimos respecto a las exposiciones artísticas que nos ofrecen los medios. Como dice el filósofo Antonio Muñoz Molina “ Lo que los críticos de arte llaman conceptualismo, o arte conceptual, no es mas que el sello mercenario de una marca que vuelve prestigiosa la nada, el vacío, y que multiplica groseramente el precio”.
Y es el mercado actual del arte el que nos ofrece ese espectáculo lamentable. Se ha convertido, como dice el prestigioso crítico de arte Jerry Saltz, “ en una combinación de mercado de esclavos, parqué de bolsa, discoteca, teatro y burdel, donde una casta cerrada y cada vez mas numerosa celebra unos rituales en donde los códigos de consumo y distinción se manipulan a la vista de todos, unos códigos que solo entienden ellos, que han inventado ellos”. Han convertido el mercado del arte en una feria de ridículas vanidades en la que lo único que parece motivar a los coleccionistas es el ansia de enriquecerse rápidamente, guardándose una obra sin apenas exhibirla para que poco despues vuelva a la subasta a un precio superior.
Una situación lamentable a la que habría que poner fin si no queremos que se acabe con todo el arte. Hay algunos que justifican este estado de cosas diciendo que, lo que el arte hace, no es más que servir de espejo a la sociedad, mostrando a todos lo que en ella domina: que la inteligencia está marginada y minusvalorada. Y otros pretenden ver el aspecto positivo de lo que se vende como arte, en el hecho de que lo que los avariciosos especuladores reciben por su dinero no es, evidentemente, sino basura.
Don Thompsom, en su divertida investigación sobre la escandalosa situación a la que ha llegado la especulación sobre el arte contemporáneo, hablando de la obra que le sirve de título escribe:
“Desde su exhibición por primera vez en la galería privada de Saatchi en Londres, el tiburón de la urna de cristal, se ha ido deteriorando de forma espectacular. Como las técnicas utilizadas para preservarlo habían sido inadecuadas, el original se había ido descomponiendo hasta que la piel se arrugó visiblemente y comenzó a adquirir una tonalidad verde pálida, se le desprendió una aleta y la solución de formaldehído del tanque se fue enturbiando. Los conservadores de la galería intentaron añadir lejía a la solución, pero eso no hizo más que acelerar la descomposición. En 1993, un año después, los conservadores se dieron por vencidos y despellejaron al tiburón”. Doce millones de dólares perdidos
Esta lección recibida por el comprador de esa "obra" nos hace alegrarnos a muchos. Pero aunque esto pueda parecer divertido, dudo mucho que lo que sucede con parte del arte contemporáneo lo sea también. Todos esos bochornosos excesos lo que hacen es reflejar el triste estado en que se halla nuestra sociedad. Esta lamentable y ridícula situación es a la que se ha llegado con la perversión de los valores artísticos, prostituidos y adulterados con esas prácticas que llevan a nuestra más noble actividad al callejón sin salida de la provocación y de la anulación de todo lo que pueda parecerse al arte anterior al siglo XX.
De la misma forma que la escultura no puede competir con la fotografía, tampoco quiere ni puede competir con ella la pintura. Por lo cual no es ése el motivo para las construcciones y pinturas abstractas. Creo que el motivo es destruir, apagar el arte que ha ilumninado al verdadero artista.
Si el artista no se entrega enteramente a la difícil tarea de extraer de las tinieblas de su tiempo un poco de verdadera luz, renunciará al espíritu para sustituirlo por el materialismo. Y luego certificaremos la muerte del arte, como ya predican algunos.
Para luchar contra esa enfermedad que ciertamente lo llevaría a la muerte, propongo que sigamos realizando el arte que promueva en el espectador sentimientos de comprensión, admiración y placer, que ese es el auténtico arte. Y también propongo que defendamos ese arte contra los que intentan despreciarlo y minusvalorarlo, gentes que no son mas que pseudointelectuales adornados por la palabrería del gitano de mercadillo. Y como la mejor defensa es un buen ataque, debemos despreciar y criticar razonadamente esa otra “cosa” que nos quieren vender como arte contemporáneo. Y eso es lo que estoy intentando hacer con estas palabras.
Juan
Bibliografía.- El Tiburón de los doce millones de dólares. Don Thompsom. Editorial Ariel
- El cuento del rey desnudo. Jesús Tablate Miquis.
- Critica del arte contemporáneo: Antonio Muñoz Molina