El Teatro Colon
17 de Marzo del 2011 a las 18:46:27 0 Leído (385)
El Teatro Colón se enlaza entre las grandes construcciones cosmopolitas realizadas durante la transformación de la ciudad en gran Capital Federal.
En la década del '80, ya se conocen los primeros tramos de la Avenida de Mayo, el edificio de Obras Sanitarias, las reformas portuarias, el Jardín Zoológico y el Palacio del Congreso.
Le falta a Buenos Aires el gran teatro de ópera de nivel internacional y la aristocracia porteña no duda en levantarlo.
Angelo Ferrari, empresario italiano, despliega los planos debidos al arquitecto Francesco Tamburini, para convertirse en el encargado de la obra.
La piedra fundamental es colocada el 25 de mayo de 1890. Poco después, la obra es sorprendida por el fallecimiento de Tamburini. Su socio, Víctor Meano, presentará entonces nuevos planos, quitando al anterior diseño todas las curvas, cúpulas combas y estatuas de inspiración francesa, devolviéndole al edificio la severidad de su línea italiana predominante.
Diversas desgracias interrumpen la tarea iniciada. El empresario Ferrari muere y su sucesión va a la quiebra; y a mediados de 1904, Meano es curiosamente asesinado por un mucamo. La finalización de la obra queda en manos de un arquitecto belga, Julio Dormal.
Han transcurrido casi veinte años de iniciado el proyecto, y paradójicamente, la esperada inauguración será organizada de un modo ansioso y apresurado.
Pero al fin, el 25 de mayo de 1908, una de las mayores salas del mundo luce su impecable acústica, en medio de colosales decorados faraónicos e interminables vestimentas orientales. La ópera Aída brinda la escena inaugural. Buenos Aires ve el arte fluir y se pone de pie, para recibir a un Teatro Colón reluciente.
Textos: Santiago Igarzábal
Imágenes: Daniel Salaverria