El debate sobre la creación
29 de Junio del 2009 a las 00:32:02 0 Leído (593)
El debate sobre la creación
El embajador francés aborda los diversos aspectos de la discusión acerca de los conceptos de arte y la obra de sus connacionales en México
Philippe Faure*
El Universal
Lunes 23 de febrero de 2004
El debate sobre la función del arte no es verdaderamente nuevo que digamos. Desde la antigüedad hasta las provocaciones vanguardistas del siglo XX, pasando por Leonardo da Vinci (Trattato della Pittura , 1498) o Baumgarten (Estética , 1750), el rol del arte, en sí o en relación con la sociedad, ha sido objeto de grandes y continuas justas en todas las épocas.
Pero en el periodo actual, posmoderno y globalizado, donde prevalecen lógicas culturales nuevas, se han reactivado pugnas estéticas a veces más apasionadas que las políticas... Hace poco más de un año, por ejemplo, la exposición internacional que llevaba el título multilingüe de Cher Peintre, Lieber Maler, Dear Painter , es decir "Querido Pintor", y que era fruto de la cooperación entre la Kunsthalle de Viena, la Schirn Kunsthalle de Francfort y el Centre Georges Pompidou de París, volvió a plantear la temática de la resistencia de la pintura como arte frente a los nuevos recursos de la contemporaneidad, orientados hacia las instalaciones, el video o los medios de información y comunicación, que privilegian generalmente la autorreferencialidad, lo efímero y la dimensión de comportamiento individual.
De hecho, el debate sigue aquí en la ciudad de México, otro gran foco de la creación mundial, y si me honra la participación en él de muchos creadores y pensadores franceses (varios de ellos a través de las actividades culturales que despliega mi embajada) insistiré primero en que difícilmente se puede hablar del arte contemporáneo en términos nacionales, ya que la actividad artística no se resume a la suma de sus componentes individuales y que la contemporaneidad artística se señala sobre todo por su cosmopolitismo. En este aspecto, Francia comparte con México y algunos otros países el privilegio de acoger desde siempre a creadores extranjeros. Así es como, en mi país, entre la joven generación de artistas reconocidos, descuellan alemanes, argelinos, belgas, coreanos, chinos, griegos, suizos, etcétera (Chantal Ackerman, Koo-Jeong. A, Huan Yong Ping, Thomas Hirschorn, Jakob Gautel, Jason Karaindros, Adel Abdessermed y otros) que han decidido asentarse en él.
Se puede, en cambio, considerar que existe una dinámica francesa en materia artística, una acción pública francesa específica de apoyo a la creación y un verdadero pensamiento francés sobre el arte. Ahora bien, teniendo en cuenta el carácter cada vez más conceptual de la creación, la relación entre el arte y el discurso que pretende cincunscribirlo resulta hoy en día estructurante: véase por ejemplo la influencia que tuvo la crítica formalista modernista de Clement Greenberg sobre el expresionismo abstracto. Por eso se afana nuestra política en asociar, en cuanto complementarios, a artistas y a teóricos del arte (filósofos) cuando una misma persona no reúne ambos aspectos, como Daniel Buren, presentado en el 2002 en el Laboratorio Arte Alameda, o Fabrice Hybert en el último Festival Cervantino, quien pretende instalarse sin complejos en la sociedad de consumo (y en la "sociedad espectacular", en palabras de Guy Debord) al mismo tiempo que la impugna.
Con Claude Viallat seguimos en la problemática de la pintura como vector de potencialidades. Hace más de 30 años, en efecto, mientras ya se había decretado la "muerte de la pintura", Viallat, a la par que otros (grupos BMTP, Nueva Figuración, etcétera), había emprendido una reflexión sistemática sobre el medium artístico. Junto con Dezeuze, Saytour y Valensi creó el movimiento Support-Surface.
En esa época de efervescencia social, el arte era considerado como la continuación de la política, concepto que exigía una nueva exploración de sus posibilidades, definiciones y objetivos. Claude Viallat realiza entonces improntas ritmadas y repetitivas, acompasando (como los círculos de Mosset, las rayas de Buren o los "extensibles" de Dezeuze) la pregunta sobre el soporte y la composición. En cierta forma, el movimiento latinoamericano posconstructivista madí se había planteado, con Arden Quinn y Gyula Kosice, semejantes interrogaciones, esencialmente a partir del marco.
Como resultado de una colaboración entre el Museo Universitario del Chopo, la Asociación Francesa de Acción Artística, la Alianza Francesa y la Embajada de Francia, Claude Viallat se presentó en México el 21 de enero en la inauguración de una exposición de sus obras.
Al día siguiente se abrió en el Teatro Insurgentes el III SITAC (Simposio Internacional de Teoría de Arte Contemporáneo), en el que participó el ensayista y filósofo Yves Michaud, estudioso desde hace años de los temas de la identidad en el arte de hoy, entre lo universal y lo local.
En 1997, su libro La crisis del arte contemporáneo se constituyó en referencia internacional insoslayable, al analizar la polémica que opone, desde principios de la década de los 90, los herederos de Duchamp y Warhol a los que defienden ciertos conceptos de vanguardia.
Esta polémica es para Michaud la señal de una crisis de civilización que revela el fin de una utopía: la de los poderes de comunicación del arte y la noción de una comunidad de gusto, heredada de las estéticas kantiana y del siglo XVIII.
Como Nadeije Laneyrie (La Invención del cuerpo , 1997) o Marie-José Mondzain (¿Puede la imagen matar? , 2002), Paul Ardenne considera en La Imagen Cuerpo (2001) que el siglo XX acentuó la propensión del artista a representar el cuerpo en general y el suyo en particular.
"Si los artistas multiplican las representaciones del cuerpo, es a falta de poder moldear una figura perfecta, última y satisfactoria. En comparación, la edad clásica vivía en una mayor serenidad simbólica".
Lo explica, según él, el sentimiento dominante de que el cuerpo se nos escapa, sentimiento que puede relacionarse con los efectos traumáticos de la modernidad, como la tesis de "la muerte del hombre" que sostenía Foucault en Les Mots et les Choses .
Jean-Charles Pigeau desarrolla y ejemplifica un concepto del arte contemporáneo muy diferente. La imagen oscila entre la búsqueda conceptual y las raíces antropológicas, procurando rescatar la memoria a través de lo efímero (instalaciones, esculturas, fotografías). Sus confines son la mitología personal, la huella de rituales ancestrales y la transfiguración del entorno telúrico hacia una presencia inmanente e indefinible en el paisaje. Autor de ensayos como Más allá del Trópico y La Dialéctica del Viento , Jean-Charles Pigeau, cuya inspiración proviene, en gran parte, de la naturaleza mexicana, es uno de los grandes artistas franceses de hoy. Para el autor Jacques Leenhart, él es algo como una síntesis del arte contemporáneo y del México antiguo. Pigeau expuso en el 2003 en la Galería de Arte Contemporáneo y Diseño de Puebla, y es invitado este año a dirigir talleres en la ciudad de Mérida. Asimismo brindará en la Casa de Francia, en abril, una conferencia artística. Con una perspectiva vecina, entre antropología y nuevos recursos técnicos, se prevé la presentación en la Casa de Francia de la videasta Cécile Le Talec, quien con instalaciones, puestos sonoros y fotografías, explora las formas comunicacionales de los lenguajes silbados.
En otoño, en el Festival Cervantino, las instalaciones y videos de Chantal Ackerman sobre el tema de la frontera y las conferencias de Georges Didi-Huberman previstas en la Alianza Francesa de Monterrey y en la Casa de Francia clausurarán, para el 2004, este ciclo de artes visuales, mientras que una de las grandes operaciones en la que participará mi embajada en el 2005, en colaboración con el Museo de Arte Moderno de México, será la presentación de obras del Fondo Nacional Francés de Arte Contemporáneo, con una doble curaduría, mexicana y francesa. Acercarse al debate artístico y presentar a algunos de sus actores no significa agotarlo, cuanto más que existen otros temas de reflexión, como las relaciones entre el arte y las instituciones, el arte y las redes comerciales, etcétera. Pero un hecho seguro es, como lúcidamente lo advierte Yves Michaud, que hemos pasado de un mundo en donde operaban categorías románticas o poskantianas del arte a otro, multicultural y pluralista, en que el arte ya no está en la cumbre del sistema simbólico de la cultura, sino que es un elemento de ese sistema. Por eso, como quiera que se considere al arte contemporáneo (¿estafa, moda, genialidad?), el papel de la política cultural consiste en permitir su expresión, como marcador inequívoco de un "estilo del mundo", es decir, de la época en que nos toca vivir.
* Embajador de Francia en México
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