Expresionismo abstracto
22 de Octubre del 2007 a las 15:10:41 0 Leído (688)
Regar un huerto por primera vez, con la azada, dejando fluir el agua por su propio peso, controlándola por los caballones de tierra. Teniendo claro en todo momento lo que se quiere regar, en su orden y en su desorden cuando coge fuerza y decide ella sola por donde quiere circular, sin importarle lo que su amo indica férreamente. Y ese amo, que deja de serlo o que más bien, nunca lo ha sido, se descompone y empieza a correr de un lado para otro del huerto. Levantando muros que previamente el agua ha derrumbado. Siempre consciente de lo que quiere regar y su orden.
El agua sigue su curso, por gravedad, por empuje o por vida propia, y el hortelano novel continúa su pulso, con esa sensación de que “se le queda grande la faena”. La gravedad de los acontecimientos, pues el hortelano deja de pensar en cualquier otra cosa del mundo, cual meditación se tratara, para conseguir su objetivo. Regar las patatas, los tomates, las judías,…todo ello, eso sí, con el consecuente orden deseado, sabiendo en todo momento lo que quiere.
El agua por fin se calma, reposando, y al hortelano novel, cansado, le surge una sonrisa. La obra se ha consumado, sincera.
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