LA OBRA DE ARTE Y EL ARTISTA
27 de Enero del 2011 a las 08:07:24 0 Leído (841)
"La pintura es un arte; y el arte en su conjunto, no es una creación sin meta que se desplome en el vacío. Es potencia cuya finalidad debe ser desarrollar y afirmar el alma humana (el movimiento del triángulo) es el único lenguaje que habla el alma y que ésta pueda entender. Encuentra en el la única forma asimible para ella, el pan de cada día. Si el arte no está a la altura de tal misión, no hay nada que pueda colmar ese vacío.
Quien contempla una obra de arte conversa en cierto modo con el artista por medio del lenguaje del alma; pero entonces ya no lo entiende, le vuelve la espalda y acaba por considerarlo un malabarista espiritual de quien solo admira la habilidad completamente exterior.
El artista a quien corresponde volver esta situación a su cause, debe empezar por reconocer los deberes que tiene para con el arte, y por consiguiente, para con sigo mismo; no considerarse el amo de la situación, sino como al servicio de un ideal particularmente elevado, que le impone deberes preciosos y sagrados, una gran misión. Debe trabajar sobre sí mismo, profundizarse, cultivar su alma y enriquecerla, a fin de que su talento tenga algo que cubrir y no sea como el guante perdido de una mano desconocida, la vana y vacía apariencia de una mano.
El artista ha de tener algo que decir, su tarea no consiste en dominar la forma a su contenido sino en adaptar esta forma a su contenido.
El artista no es un "niño bonito" que lo consigue todo sin tropiezos. No tiene derecho a vivir sin deberes. La misión que se le ha encomendado es ardua y a menudo viene a serle como una pesada cruz. Debe estar convencido de cada uno de sus actos, sentimientos y pensamientos, es la materia imponderable de que están echas sus obras, debe saber que por consiguiente, no es libre de los actos de la vida, que sólo es libre en el arte.
Comparado con el desprovisto de toda dote artística tiene una triple responsabilidad: 1º debe hacer fructificar el talento que ha recibido, 2º sus actos, pensamientos y sentimientos, como los de cualquier otro hombre, forman la atmósfera espiritual que es transfigurada o corrompida por ellos. 3º Sus actos pensamientos y sentimientos son la materia de sus creaciones, las cuales a su vez, crean la atmósfera espiritual.
Esa "belleza" cuyo sacerdote es el artista debe de ser buscada apoyándose en el principio del valor interior cuya omnipotencia hemos mostrado. Y esta "belleza" no puede ser medida a escala de la grandeza y la necesidad interiores que ya nos han sido en tantas ocasiones, tan útiles. Es bello lo que produce de una necesidad interior del alma, es bello lo que es bello interiormente.
KANDISKY