José Vázquez González 2013-11-01 12:53:28
APUNTES PARA UNA FILOSOFÍA DE LA PINTURA
En 1955 el filósofo, historiador y hermenéuta francés Étienne Gilson, -invitado a partici¬par en las Conferencias Mellon sobre Arte en la National Gallery of Art de Wasington DC-, dictó una serie de conferencias bajo el título Painting and Reality en las que por medio de una reflexión fenome¬nológica -no deductiva- cargada de erudición y a partir de las obras mismas, describe a la pintura y a sus procesos a partir de una profunda formación tomista. Su estudio no se erigió por sí solo, contó con testimonios de primera mano provenientes de los propios artistas creadores, lo cual perfila su obra como un texto fundamental para el pintor, que busca un entendimiento amplio sobre su oficio; ya que como el propio Gilson señala en el prefacio -redactado en 1955 a propósito de la primera publicación de sus conferencias en inglés-, no se trata que «ésta sea una aproximación filosófica a la pintura, sino, antes bien, una aproximación pictórica a la filosofía».
La obra de Gilson ha sido clave en la formación de pintores y hasta en su confirmación como tales en diversas universidades y talleres del mundo, en gran parte debido a que Gilson establece un espacio “cauteloso” al propio pintor que lo lee, ya que para el autor: «Los pintores están plenamente calificados para decir qué es su propio arte, y un filósofo haría sencillamente el ridí¬culo si se propusiera a enseñarles cómo pintar».
La teoría y la historia del arte, nos brindan la capacidad de mirar a la pintura como una discipli¬na seria, con suficiente fortuna crítica, con un respaldo de causas y efectos propios de diversos fenóme¬nos sociales y políticos, pero pocos, son los textos que nos hacen ver a la pintura como algo vivo.