Machuty a dos manos
12 de Marzo del 2013 a las 23:40:51 0 Leído (454)
Yanetsy León González/
Iván retoca la pintura El regreso, dedicada a los Cinco. Florida,Camagüey.-Los Carbonell en la historia le han pintado muchos años a Florida, desde el primero que llegó en las décadas iniciales del siglo XX. En esa familia lo más natural ha sido tomar un lápiz y dibujar por puro impulso y desahogo, por el misterio de las formas y el deleite en el color. Hijos y nietos aprendieron a golpe de mirada, en la más vital de las escuelas: el hogar.
Siempre hay obra en caballete en la casa Nro. 511 de la calle Pimargal. Desde allí se traza la carrera del más joven de los talentos. Su pie de firma, con alguna resonancia nacional, ha provocado cierto equívoco en el pueblo, porque el “Machuty” que conocen es su papá, y él sencillamente es Iván.
DE CARBONEL A MACHUTY
Félix Carbonell Sánchez es un artista aficionado que soñó estudiar en la Academia de San Alejandro, pero La Habana estaba difícil de llegar, y por mucho que lo intentó, tenía un obstáculo mayor: “Mi padre no me dejaba tocar un pincel, porque decía que la pintura no daba nada”.
Félix Julio, el progenitor, era dibujante y rotulista. En la época de la república neocolonial realizaba letreros y recreaba las fotografías de los alcaldes. Quizá para que no lo vieran haciendo aquello, aprovechaba la madrugada. Sin embargo, alguien, medio dormido, lo observaba, y desde el silencio armaba sus propios cuadros.
Cuando la Campaña de Alfabetización, Félix, el niño, recién comenzaba la escuela y presentó un dibujo a un concurso, por el cual recibió como regalo un juego de tempera. “De ahí seguí pintando y para mi padre nada servía de lo que yo hacía. Después de viejo quiere mis cuadros en su casa, para mostrarlos. Dice que ya pinto más que él”.
Aunque la historia de la familia se repite, el Félix a secas se ha encargado de no perfilar líneas rectas al hijo que le dio Inés. “Iván nació en esta Revolución y pudo formarse en una escuela de arte. A veces le peleo porque es muy estricto, pero me gusta lo que hace, tiene buena mano, la técnica… y yo solo soy un mecánico de refrigeración, Machuty en el pueblo de Florida. Ese nombre lo cogió madurito”.
DE MACHUTY A CARBONEL
Félix disfruta mucho sus simpáticas reproducciones de tapices. Iván Carbonell Guerra ha tenido mucho a su favor, aunque también ha tenido que esforzarse mucho para hacer valer su obra más allá de Florida. A cada rato obsequian una pieza suya en el programa televisivo La neurona intranquila, y a menudo se cuela en salones en La Habana.
“Desde la cuna veía pintar a mi padre y me brotó la curiosidad. Antes de salir para el círculo, me encantaba que me hiciera un dibujo. Luego vino la Escuela de Instructores de Arte, cuya semilla agradezco”.
Como instructor de artes plásticas trabaja en la ESBU José Martí, donde imparte talleres de creación y apreciación a alumnos de séptimo y octavo grado. Por su trayectoria ha recibido varios reconocimientos, el más reciente del Ministerio de Educación, y diversos premios en certámenes nacionales.
“Los muchachos me buscan. También es un orgullo que los trabajos de mis alumnos lleguen al nivel nacional, como en la anterior edición del concurso De donde crece la palma, en Jiguaní, Granma; como su presencia en el Museo Abel Santamaría”.
Después de la clases, Iván corre hacia el caballete y el pincel tiende al surrealismo. La “maldita” condición de “artista de municipio” le ha salvado el ingenio, al punto de lograr interesantes piezas con textura peculiar, del experimento con técnicas y materiales.
“Principalmente trabajo con cartulina. La carencia materiales no es un impedimento, cuando hay ganas de crear uno busca soluciones. Mi tema es la ecología, sin embargo algunos me acusan de agresivo al ver mis obras. Entonces les digo, no soy yo, es lo que he podido captar del maltrato al ser humano, el exterminio a la naturaleza”.
Este floridano ha participado cinco veces en la Bienal de Humorismo Gráfico, con sede en San Antonio de los Baños. En 2011, la revista Somos Jóvenes dos dibujos y la caricatura a Jorge Oliver, creador del Capitán Plin. En cambio, sus más entrañables espacios siguen siendo el Cine-Teatro Aurora y el Centro Literario de su localidad.
“La exposición con mis raíces sigue pendiente, pues soy un fruto de mi bisabuelo escultor, de mi abuelo pintor, de mi padre. Tuve el privilegio de la escuela y ahora el reto de batallar en el difícil mundo de las artes plásticas. Lo que queda es seguir creando. Las ganas son muchas y las armas incansables”.
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