Fátima Días
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Destino: El paraíso.

20 de Agosto del 2009 a las 20:52:10 0 Leído (400)



Dulce promesa, rostro aniñado…; inocencia, traducían sus cautivantes ojos azabaches. Su forma tan sutil nunca hubiera relatado la historia que a sus 17 años cuentan los pocos recuerdos que con esfuerzo han podido rescatar de aquella perdición.
Su vida ah sido distinta a la de sus pares pero mucho más parecida de lo que se imaginó.
Tan difícil como sublevarse al Sol, tan hiriente como espina clavada en el corazón. Ah sido desde joven amiga de la luna, ah buscado en ella un consuelo; mil noches en vela le ah contado sus historias a las estrellas; aquellas que la han visto reír la han visto enjuiciarse al pecado y así transcurrió el tiempo… salvaje y abrupto.
Fue hiriente, fue tan excitante, tan abrumador; sintió que se rodeaba de libertad pero no supo manejarlo, el destino la superó.
Viviendo en el siglo XX las cosas eran diferentes a la mencionadas en un libro de Historia, de guerreros enfrentados a la muerte, de valientes, héroes renombrados, las poéticas palabras de Borges ya no impresionaban a la multitud, los versos de Neruda no aclamaban atención, su vida había cambiado, su padre emborrachado de idiotez, su madre entregada a la buenaventura y ella, cruzando avenidas, campos de batalla impregnados de odio, de poder i ambición. Y allí se hallaba ella, mirando el cielo, respirando abrumador aire repulsivo, complicada de realidad, recuerdos y sollozos de gente inocente que no entendía el porqué de su situación.
Un mes, la muerte de su progenitor ya había dado el comienzo a una obligatoria planificación de un futuro incierto, lleno de odios y amarguras. Buscar una salida parecía inalcanzable.
Su suerte corrió al destino y allí estaban los dos entregados a la vida, al final de un callejón oscuro una sombra que cada vez se acercaba más y más. Vendiendo almas al diablo, allí estaba aproximándose hacia ella, con gran énfasis preguntó su nombre, ella no respondió; preguntó su propósito y su ambición y ella solo calló. Basto de silencios extralimitados insistió su último interés. Preguntó si ella estaría dispuesta a ganar una vida fácil por cantidades importantes de papeles con muchísimo valor y ella solo calló pero luego de unos segundos de inútiles pensamientos vacíos y llenos de ira mezclados con desesperación susurró un débil y profundo... si.
Esfumado el tiempo en un instante de conexión con la ignorancia había vendido su alma por unos pocos centavos. Fue condenada a la inmoral obscenidad, a la vida salvaje; convertirse en mujer estuvo próximo a abandonar su muñeca de trapo junto a la ebria idiotez de su padre, junto a la ultrajante vida de su madre regalada a la suerte del destino. Doce chicas situadas en casi la misma posición estaban junto a ella.
En el transcurso de su historia fueron transformándose las botellas de inconciencia, de desesperación en las protagonistas de su vida, simultaneidad con el adulterio.
Y fue atrapada en un círculo vicioso que no terminaba nunca, las noches eran infinitas, poder mirar el Sol era un privilegio que se debía pagar caro pero las mezclas de polvos y pastillas entre inyecciones y botellas de esperanza no alcanzaban a la solución, no hallaban la salida.
Los días, las semanas i los meses consiguientes fueron precipitadores, ella enfermó.
Su temperatura corporal era inestable, su cabeza iría a explotar, no sabría si fuere por sus pensamientos de sus abrasivos años en esta vida o su preocupación por la certeza que creía tener sobre su situación. Un malestar general invadía su cuerpo, el descenso de peso inmediato en todo ese lapso de tiempo sería normal; pues hacía tiempo que no tenía espacio para ella.
Los estudios demostraron un objetivo y un final. Estaba infectada, infectada de repulsión, infectada del camino de tantos hombres sobre su cuerpo. Inevitablemente su vida adúltera no había sido su mejor opción y otra vez en la vida, sola, luchando contra el hambre, sin trabajo y buscando cada día un lugar para dormir.
La lucidez de un momento soleado, perfumado de rosas fue cada vez imposible de alcanzar, sus ojos viajaban constantemente, ya no podía dar un paso más. Rendida sobre el suelo cayó. Días, horas, minutos habrá pasado allí, amotinada al piso, al destino; aferrada a su esperanza, recordando aquellos momentos en donde todo parecía ser verdadero, quiso creer que su vida a partir de la muerte de su padre y el abandono de su madre fue una pesadilla más.
De pronto se oyó un agudo alarido de padecimiento. Su fe, su esperanza eran ya una forma de fantasía, de ilusión; sus fuerzas por permanecer eran menesterosas, su carácter adusto había muerto i consiguiente a ello volvió a renacer la inocencia, aquella cual destino había desarraigado de su vida. Ni los libros de Historia, de guerreros enfrentados a la muerte, de valientes, de héroes renombrados, ni las poéticas palabras de Borges la impresionarían, ni los versos de Neruda aclamarían atención, su vida había cambiado en un segundo, su vida ya no era su vida, su vida había pasado a ser una bella y triste historia. Su vida había cambiado, la había consumido el destino y se la llevó el Sida.








Colo




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