El empezar en la pintura fue algo que surgió de manera espontánea, respondiendo a necesidades del momento.
En mis inicios me dediqué a reproducir la realidad que me rodeaba, especialmente bodegones y paisajes. Esos años me enseñaron a observar y a mirar las cosas de forma diferente, a analizar los efectos de la luz y los colores. Cualidades que me serían muy útiles en el futuro cuando desarrollase otras técnicas y géneros.
El paisaje, especialmente el granadino, sus calles típicas fueron motivo de inspiración para un gran número de cuadros. El retrato también fue un género que me interesó y del que hice algunas obras. Dentro de esos años también trabajé las flores, una temática que me daba más libertad y con la que podía expresarme e improvisar.
El cambio se produce con el ingreso en la Facultad de Bellas Artes. Mi experiencia y los conocimientos adquiridos después de cinco cursos de formación fueron muy útiles para aprender no solo nuevas técnicas y modalidades, sino también para desarrollar un estilo personal, en el que se pone de manifiesto mi mundo interior.