¿Sabes cual es tu grupo? El aficionado. Primera parte.
28 de Septiembre del 2010 a las 12:11:10 0 Leído (490)
Nota del autor:
Debido a la amplia extensión de este artículo, me veo en la necesidad de presentarlo en dos partes; la primera, referente en exclusiva al grupo Aficionado y en una segunda entrega, a los grupos del Autodidacta y el Profesional. Espero que ambas partes resulten de su agrado.
Algunos aspectos diferenciadores básicos según mi opinión, entre el aficionado, el autodidacta y el profesional en el mundo del Arte.
Sin ánimo de llegar a conclusiones categóricas ni definitivas, me dispongo a exponer y compartir con todos ustedes algunas cuestiones relacionadas con los tres principales grupos que abarcan a aquellas personas que están vinculadas a los aspectos de la creación en el arte, concretamente en la pintura, por ser esta la disciplina artística, con la que más me he vinculado a través de estos últimos 25 años. Estoy seguro, que a muchos de ustedes les resultará familiar algunos comportamientos, obras y actitudes de personas, que aparecen reflejadas de manera implícita en alguno de los tres grupos que aquí se describen.
Al margen de la finalidad ultima a la cual se destina la producción artística, sea esta por el placer individual de quien la realiza o por el beneficio material que se obtenga, la más clara diferencia que podemos apreciar entre los que ostentan estas tres condiciones, (aficionado, autodidacta y profesional) radica fundamentalmente en la aplicación de su método de estudio, el cual puede determinar de alguna manera la calidad final del producto artístico, aunque también he podido percibir algunos otros aspectos, que unido a esto, pueden relacionarse a la singular personalidad de sus portadores y que aun siendo únicas de cada individuo, estas suelen tener comunes aspectos de vinculación entre ellos. De ahí que podamos afirmar que a pesar de que existan “artistas” que vendan sus obras e incluso obtengan por ello un reconocimiento público, seguirán siendo aficionados, al menos, en la aplicación de su método de estudio y en la argumentación de su discurso. Al igual que también habrán profesionales, que aun aplicando un método sustentado en un conocimiento racional y científico y argumentando con solidez y sapiencia la propuesta conceptual de su obra, no obtengan un proporcional beneficio material por ello, o ni siquiera, un reconocimiento social. Fenómeno este, que me ha estimulado a pensar en la razón (si es que la hay) que lo provoca.
Qué es un aficionado, según mi opinión.
El aficionado en un sentido amplio, es aquel que cultiva algún arte, sin tenerlo por oficio y sin aspiración de beneficio, donde los resultados casi siempre están supeditados al placer personal de la acción que se realiza y no necesariamente al beneficio material que se obtenga, ni a la calidad rigurosa de la propuesta, entendida esta tanto en los aspectos formales, como por el interés del discurso. Sus conocimientos, así como su método se fundamentan en lo empírico, el cual se basa en la experiencia y la observación de los hechos, y no necesariamente de las causas que los provocan. El sujeto hace lo que hace, basándose principalmente en la práctica repetitiva de formulas y clichés; lo cual lo convierte en un ser muy cerrado y/o hermético. Difícilmente el aficionado hace las cosas de otra manera a como siempre la ha hecho, bien por el temor a los imprevistos resultados que puedan surgir durante el proceso creativo y su incapacidad para resolverlos, o por su acomodado espíritu conformista, lo que hace que generalmente y salvo raras excepciones, los resultados resulten de gran pobreza tanto técnica, como conceptual.
Hasta llegar a su “personalidad creativa”, (si es que esta llega alguna vez) el aficionado dedica gran parte de la producción temprana de su singular aprendizaje, copiando las iconografías de otros pintores de libros y enciclopedias de arte, así como de catálogos de exposiciones que este visita con asiduidad, independientemente de su calidad, ya que el único elemento que maneja para la selección, es el de su deficiente gusto personal, generalmente un gusto contaminado con chiches seudo culturales, que manifiestan un claro desconocimiento hacia los valores de la imagen plástica. Por otra parte y gracias al uso de su método empírico (estos carentes conocimientos) no repara en las causas que provocan los resultados de tales imágenes, sino en la resultante exterior de las mismas; es por esto que puedo afirmar como una característica fundamental de los que pertenecen a este primer grupo, que el aficionado es alguien que bebe de la superficie de las cosas, es decir, de los aspectos exteriores y superficiales, y no de la esencia sustancial, profunda y más significativa de los resultados. La falta de conocimiento, rigor y de criterio en la selección de la imagen que se copia, provoca que el aficionado imite también los defectos de aquellos pintores de dudosa calidad técnica y/o conceptual, algo que ocurre porque éste se basa solamente en el subjetivo valor del gusto, que por otra parte, en su caso, es deformado e inculto. Este desconocimiento le provoca además una gran confusión de los términos y conceptos necesarios para establecer una correcta aproximación y un dialogo fluido con la imagen, ya no solo en su aspecto conceptual, sino también y quizás lo mas visible, en los aspectos técnicos y de oficio, de ahí que éste confunda por ejemplo, desequilibrio compositivo , con “audacia” del diseño en la distribución de los elementos, colorido, con aberración cromática, fuerza, con tosquedad, soltura y destreza, con descuido y descontrol, expresividad formal, con mal dibujo y “modernidad”, con extravagancia y locura, por citar solo, algunos de los más comunes errores.
Algunos aficionados, suelen copiar primero, a los grandes maestros de las escuelas tradicionales, como Velázquez, Leonardo da Vinci, Rafael etc. pero ante el virtuosismo técnico de estos maestros, sobre todo en los aspectos relacionados con el dibujo, y la incapacidad del sujeto para reproducirlo dignamente, se deciden por aquellos que en “apariencia” les resultan más “fáciles” o “descuidados” en su tratamiento y acabado, como pueden ser los pintores Impresionistas y Post impresionistas franceses, o de las Vanguardias, siendo sin duda Vincent van Gogh, el preferido por la gran mayoría de ellos, aunque también hay quienes se inclinan por las tendencias menos comprometidas con la fidelidad de las formas naturales, como es el caso de la pintura Naif o por el surrealismo de Chagall, ya que este nos indica también una figuración casi infantil, luego le tocaría el turno a Picasso en su etapa Post cubista y solo si el grado de inconsciencia, irresponsabilidad y atrevimiento es mayor, el aficionado realiza grandes “obras” llenas de inconexas texturas, colores arbitrarios y estridentes y anacrónicos collages, que el “artista” suele justificar con su inclinación e interés “repentino” por las corrientes abstractas, de las cuales no entiende, ni sabe absolutamente nada, pero que en compensación a su ignorancia, suele acompañar con una actitud seudo intelectual sensiblera, de comportamiento alto “espiritual” y pose existencialista cual pintor de la alta bohemia. Como dato curioso de esta singular personalidad, podemos decir que para este tipo de aficionado, no es tan importante ser, sino parecer, de ahí que su actitud responda a falsos clichés de exagerada “sensibilidad emocional”, “incontrolable capacidad creadora” y de “vivir” siempre en un mundo más idealizado, que real, y que no escatima en ponerlo de manifiesto constantemente en presencia de todos, algunos incluso suelen vestir (mas bien “disfrazarse”) con exagerados y anacrónicos atuendos, para de ese modo llamar la atención sobre una actitud, más propia de bufones egocéntricos, que de auténtico artista plástico, recurso este que suele provocar en el público neófito, un errado juicio de su autentico valor y talento, ya que suelen atribuirle meritos que realmente no posee, pues artista no es el que dice ser, sino el que realmente lo demuestra en la seriedad y trascendencia de su trabajo y nunca debe ser equiparable en el reconocimiento, aquel que pinta por el placer de hacerlo, con marcado egocentrismo y sin una voluntad seria y comprometida con el fenómeno artístico, con la de otro, que aun disfrutando con su trabajo, lo hace como profesión, buscando no solo el beneficio material con ello, como medio elegido de subsistencia, sino además estudiando con rigor las causas y efectos de los objetivos que persigue, y donde la calidad impera gracias al conocimiento real del fenómeno y no a intranscendentales payasadas. En este grupo realmente existen muy escasos ejemplos, que pueden llegar a alcanzar excelentes resultados en su trabajo y por lo tanto, despertar en el ojo experto, la grata sorpresa y la admiración objetivamente justificada, debo decir, que en todos estos años de experiencia, he visto muy pocos casos en este grupo, que han llegado a provocar en mi tal admiración. Solo si impera la exigencia con humildad y la dedicación del sujeto es alta y además, goza de un talento “natural” destacado, se puede producir “el milagro”.
Por ultimo y como otra de las características manifiestas de este grupo, puedo decir que como justificación y pretexto ante la falta de rigor y conocimiento de su trabajo, el aficionado dice no querer estar sujeto a la rigidez de las leyes de la academia, una excusa con la que pretende justificar sus evidentes carencias. Este considera de manera errónea, que estas leyes que rigen el método académico atentarían contra sus capacidades “naturales” y su “talento”, el cual aparece encerrado en una “personalidad creadora”, que casi vemos manifestarse con vida propia, cada vez que este “artista” habla de si mismo en presencia de un grupo de personas, las cuales muchas veces por educación, o ignorancia, se limitan a callar con rostros de sorpresa.
Fin de la primera parte.
Continuara...